Qué se entiende por disciplina positiva

Como padres, todos enfrentamos desafíos en la crianza de nuestros hijos. Desde el comportamiento desafiante hasta las rabietas, a veces puede ser abrumador. En medio de esos momentos difíciles, la disciplina positiva emerge como un enfoque constructivo y efectivo para educar a los niños, fomentando su desarrollo emocional y fortaleciendo el vínculo familiar.
Un aspecto clave de la disciplina positiva es el enfoque en la enseñanza de habilidades y la resolución de problemas. En lugar de castigar o regañar a un niño por su mal comportamiento, se busca enseñarles habilidades apropiadas y ayudarles a encontrar soluciones a los desafíos que enfrentan. Por ejemplo, en lugar de castigar a un niño por tener una rabieta, un padre que practica la disciplina positiva podría ayudar al niño a identificar y expresar sus emociones de una manera más constructiva.
Otro aspecto importante de la disciplina positiva es el enfoque en la conexión y el vínculo emocional. Se reconoce que una relación de confianza y cercanía entre padres e hijos es fundamental para una crianza saludable. Por lo tanto, se fomenta la conexión emocional a través del amor incondicional, la empatía y la comunicación abierta.
Es un modelo basado en la psicología y propuesto por dos psiquiatras austriacos, Alfred Adler y Rudolf Dreikurs, en el siglo XX. Mas tarde, las psiquiatras americanas Lynn Lott y Jane Nelsen, sistematizan el modelo y lo difunden en un libro titulado : “Disciplina positiva: cómo educar con firmeza y cariño”. Es un método muy utilizado tanto por padres como por docentes, así como por líderes empresariales y tiene como objetivo crear relaciones respetuosas y responsables.
En 1920, Adler abogó por un trato respetuoso hacia la infancia y también argumentó que lo niños que no se criaban con límites o por el contrario estaban sobreprotegidos podrían tener problemas sociales o de comportamiento. Mas tarde junto con Dreikurs impulsaron un enfoque firme y amable en la educación, así como por un modo de educar basado en el respeto mutuo, dándole el nombre de crianza democrática. Ambos psiquiatras formularon que lo que necesita cualquier persona para sentirse bien es : pertenecer a un grupo y sentir que contribuyes en el mismo, que tu opinión es escuchada y que tus aportaciones pueden ayudar. En el caso de la crianza de los niños, el sentimiento de pertenencia consiste en asegurarse de que están cerca de alguien que se ocupa de satisfacer sus necesidades (afecto, alimento, protección, etc.) y que garantiza su supervivencia. Los chicos pueden llegar a pensar que no se les quiere si se siente como no “visto” o que su opinión no cuenta y sus malos comportamientos suelen venir de dudas y miedos acerca de nuestro amor hacia ellos. Es por tanto interesante, dar una lectura diferente a los comportamientos de las personas que tenemos a nuestro alrededor y aprender a ver en profundidad lo que en realidad está sucediendo.
Sus teorías llegaron a Estados Unidos en los años 30. De esta forma en 1988, Lynn Lott y Jane Nelsen, después de un profundo estudio de las propuestas de los psiquiatras austriacos, crearon lo que hoy conocemos como Disciplina Positiva, enseñando esta metodología educativa en clases experimentales para padres y madres así como en el aula.
Actualmente este modelo es un referente educativo y social y se establece como una herramienta muy útil e interesante para las familias, parejas, escuelas y empresas. En contra de lo que se propone en el método tradicional, en el que se castiga, sermonea, chantajea, etc., este nuevo modelo propone que los padres deben abandonar estilos demasiado autoritarios o permisivos, dónde se enseñen habilidades para la vida a los chicos, buscando soluciones a sus problemas sin esperar ser rescatados por sus padres.
Nelsen y Lott explican que los padres están acostumbrados a tres estilos de educación: el permisivo, el controlador y el negligente. Según indican estas autoras, estos estilos, que se refieren al corto plazo, no estimulan a desarrollar adultos capaces. Sus efectos son rápidos, pero no perduran en el tiempo. Por tanto es preferible una educación enfocada a un plazo más largo, posibilitando así que los chicos desarrollen habilidades de vida que le permitirá convertirse en miembros cooperativos de la sociedad. La disciplina positiva se puede aplicar en todos los contextos y para cualquier tipo de edad y de relación.